domingo, 7 de diciembre de 2008

Tenía un disfraz de frase bonita.


Le dije que me gustaba, y quedé insatisfecha.

La verdad era que a veces no me gustaba nada,

pero no podía vivir sin ella.

Le dije que la quería,

pero también quiero a mi perro.

Después le dije que la amaba,

pero mi incomodidad fué mayor aún:

no tenía un cúmulo de buenos sentimientos,

a veces mis sentimientos eran muy malos,

quería secuestrarla, matarla de amor,

reducirla a la esclavitud, dominarla.

A veces, sólo quería su placer.

La complicidad que reclamé,

era imposible: ¿qué complicidad se puede establecer

con alguien cuya sonrisa nos lleva al paraíso

y cuya indiferencia nos conduce al infierno? (William Blake)

Decidí prescindir del lenguaje,

entonces me acusó de no querer comunicarme.

Desde hace unos años sólo existe el silencio.

Encuentro en él una rara ecuanimidad:

la de los placeres solitarios.


Cristina Peri Rossi

1 comentario:

Edu Solano Lumbreras dijo...

Me gustaría
que además de marcar páginas
escribieras de nuevo

porque lo echo de menos
y no estabas sola
y te sujetaría


P.S. Qué cosa tonta, me pide que verifique la palabra sphort. Y pienso en esfuerzo, que viene como anillo al dedo.